Ni apocalipsis ni martirio

A todos nos gustan los finales bonitos para nuestras películas, pero también todos tenemos un lado oscuro, ese que normalmente se alegra cuando en el desenlace de una peli al "malo" le dan de palos. Solemos pensar: “ha tenido lo que bien se merecía”; nos solemos deleitar en su espantoso final. Como todos, yo siento lo mismo: los guionistas nos lo han puesto en bandeja, llevamos poco menos que odiándolo toda la película, así que cuanto peor acabe, a ser posible de manera sangrienta, mejor que mejor. Pero una cosa es el cine, y otra muy distinta la vida real. Últimamente no paramos de oír que vamos a tener “un final apocalíptico” para este gran film que ha sido la historia de este viejo y querido planeta. Muchos son los que andan convencidos de que nos hallamos en el final de los tiempos, de que poco menos que ya han sonado las Siete Trompetas que anuncian el Apocalipsis. No importa a qué credo pertenezcan o corriente o filosofía, cada uno te lo cuenta a su manera, pero todos coinciden en algo: queda muy poco y lo que viene va a ser malo malísimo.
Los de la New Age te hablan de que 2012 es el final del Calendario maya, los católicos te hablan de que ya asoman las señales anunciadas para el final de los tiempos en los evangelios, grupos ecologistas nos previenen de los desastres del cambio climático y hasta mi abuela, que es muy inteligente, me dice: "hijica, esto es la fin del mundo, en mis tiempos esto no pasaba, anda todo pevertido”…Y yo me digo: vaya mente la humana.
Nadie quiere fenecer, sin embargo todos estos de los que hablo están tan contentos con su final apocalíptico, pero debe ser porque en el fondo están convencidos de que ya sea en un platillo volante, ya sea subido en un coro de ángeles celestiales, por lo menos a él, que ha sido tan bueno, vendrán a salvarlo y a llevarlo a lugar seguro. “Todos estos que no han sabido ver la VERDAD, mi verdad, les va a ir muy mal, porque los buenos nos salvamos y yo que he sido tan puro, avanzado y magnífico de fijo me salvo”, piensan(el hecho de imaginarse a los demás pereciendo bajo las aguas rodeados de feroces leviatanes parece importarles un rábano, menudo amor, con tal de pensar que ellos, los buenos, se salvan). Y sí, se creen buenos, se creen buenísimos, pero, por qué será que a mí lo que me parece es que son unos verdaderos personajillos pagados de sí mismos, sin pizca del verdadero amor.
Si quieres finales apocalípticos para tu película, allá tu, a los del año 1000 también les gustaban estos finales, para más tarde darse cuenta de que todo era un cuento. Parece que no aprendemos, pero lo que no es tan fácil de olvidar, porque nos pilla más reciente, fue que el miedo a la recesión fue lo que provocó el Crack de la Bolsa en los años Veinte.
¿Por qué no en lugar de pintarle a los demás este oscuro mundito te pones a imaginar lo contrario? Yo prefiero mandar amor al mundo, y desear lo mejor, y sobre todo desear, que si ocurre alguna calamidad galáctica, digamos, que nos salvemos todos, todos, que no falte nadie.
Quiero pensar que nuestra mente es un instrumento de poder, quiero poner mi imaginación y mi energía al servicio de un mañana lleno de esperanza, quiero crear “buena onda” porque no quiero que desaparezca Joaquín Reyes ni Paloma Navarrete ni Johnny Deep ni Carmelo Gómez ni Shaggy y Scooby ni Iker Jiménez y Carmen y tantos otros llenos de pasión, de bondad, de humor y buena onda. No quiero morirme en 2012, no quiero morirme nunca, pero si tiene que sucederme no quiero que sea porque un atajo de cafres unan sus mentes negativas y sentimientos de egoísmo en atraer calamidad y desgracia para toda la humanidad. No te creas los finales apocalípticos, porque sólo con creértelo contribuyes un poco más a ello. No leas a los negros profetas, sácalos de tu vista. No escuches a los negros profetas. QUÉ HERMOSO ES MI PLANETA, AL QUE QUEDA MUCHO TODAVÍA, DE MOMENTO HASTA QUE EL SOL SE APAGUE, LUEGO YA VEREMOS.